Con mucho morro, orgullo y convicción, cuando alguien me pregunta si practico algún deporte, sonrío y contesto: juego a ajedrez. Y defiendo a diestro y siniestro que sí lo es, que lo respalda el Comité Olímpico Internacional, que se considera deporte por su carácter estratégico y competitivo aunque no haya esfuerzo físico. Claro que el ajedrez no tiene presencia en las Olimpiadas, y a ese argumento se acogen los que se oponen. Ok, whatever. Cuando no está el ánimo para debates, elijo la respuesta rápida: voy al gimnasio.
Esta historia complementa la anterior, pero no es necesario venir de ahí para comprenderla.
El ajedrez fue mi compi de vida a finales de los noventa y principios de los dos mil. Competía en torneos contra otros niños y niñas de mi edad, y jugaba contra los ancianos federados que formaban parte de mi asociación, además de mi hermana, mi padre y mi abuelo materno. Dejé de moverme a ese nivel, más o menos, cuando nos mudamos a Saint Louis, Missouri, en el 2004. Tenía 12 y luego 13 años. “12 y luego 13 años” es la edad en la que empieza a experimentarse la terrible necesidad de gustar. Tumbé al rey y cogí el eye liner. “Ir al gimnasio”, por aquel entonces, era una fiesta divertidísima!!!
En un baúl con ruedas que ha viajado conmigo mudanza p’arriba mudanza p’abajo, guardo el diario que escribí durante aquella época en la que fui estadounidense de pegote. De no ser por estas páginas, seguiría emperrada en creer que mi coming-of-age fue muy solitario. Al leerme me descubro la mar de feliz, la autoestima en la exosfera, fiu fiuuuuu! Me comería a la niña que fui si no la llevara ya dentro.
Peón a E4 es la apertura más común en ajedrez: el peón del rey da dos pasos al frente. Peón a E4 es la apertura que se espera hagan las blancas. Peón a E4 no da información más allá de anunciar el comienzo de una partida. Las negras pueden ahora optar por E5, E6, C5, C6. O sacar caballo y atacar. O despistar.
Peón a E4 es el ¡Hola! que escribes a tu ligue creyendo haber dado tú el primer paso, cuando lo cierto es que el tono que tomará el juego lo decidirá su respuesta.
Peón a E4 es lo que hizo DJ en su primera notita.
Do you want to go out with DJ? Yes or no
Dos papelitos doblados en cuatro pliegues hacen que el diario tienda a abrirse en septiembre de 2004. Son dos notitas que encontré, en ocasiones separadas, en la taquilla de mi Middle School. Mi taquilla. Una alta, gris acero. ¿Estás viendo también a cuatro Jane Does andar alineadas por el pasillo, un grupo de latinos, otro grupo de negros muy altos, dos rubios con bombers, un niño con una tuba, una niña cabizbaja con los libros apretados contra el pecho? Todavía es pronto para estereotipos, la división de grupos sociales se hace más evidente en High School, aunque la niña cabizbaja no se hace con el tiempo. La niña cabizbaja nace cabizbaja. Las notitas de amor le hacen levantar el mentón.
Traduzco:
¿Quieres salir con DJ? Sí o no. Si es que sí, te daré todo lo que necesites. Solo pregunta por DJ y lo tendrás. P.D. Creo que eres guapa, quiero salir contigo de verdad. DJ.
Juro que nunca supe quién era DJ. Nunca nadie se me llegó a presentar con ese apodo, ni tan siquiera con la intención de darme todo lo que necesitaba. Tampoco yo pregunté. Cerré la taquilla y me dirigí al aula, con la mirada puesta en el suelo.
Días más tarde, DJ volvió. Eran blancas contra blancas.
Soy DJ. Sé que no te gusto, pero solo quiero decirte que nací en Chicago, me mudé a (no sé). Me gusta el rap, (algo más), el hard rock y la música hispana. Mejor te dejo tranquila, siento avergonzarte. DJ.
Otro movimiento que quedó sin respuesta.
DJ no dejó el número de su taquilla, de haberlo hecho quizá le hubiese escrito unas líneas sobre papel perfumado: This is Marta, I was born in Barcelona but I move around a lot. I like chess, books and Hilary Duff. Si bien aquella fue la época en la que dejé el ajedrez (como jugadora federada), otra manera de recordarla es decir que fue la época en la que empecé a escribir cartas. Con las amigas a miles de kilómetros de distancia, sin redes sociales (what a wonderful world) ni dinerete suficiente para llamadas internacionales, me entregué al papel. Lo de estarme un buen rato con la mirada fija en la mesa, cabeza encogida entre hombro y hombro, ya lo tenía más que entrenado. Mi partida de ajedrez más larga duró cinco horas y media. Esa niña, la que se maravillaba con “una gran bola que daba luces de colores”, tenía una paciencia de campeonato. Luego la fue desentrenando hasta perderla y aquí estamos, deshaciendo el camino, prestando atención a las miguillas que ha dejado el tiempo. Una partida perdida, me digo, no es nada, siempre y cuando no sea la última.


En cuanto a DJ, le hubiese dicho que sí, muy probablemente, en aquella época. Peón a E5. Ahora no, o no me entregaría tan rápido. Ahora jugaría caballo a F6.
Feliz apertura de otoño <3
Feliz otoño🍁🌰
Yo también fui aficionado al ajedrez. Con once años jugué en Manresa contra el campeón de España. Siempre lo recordaré, porque yo era el más joven de todos sus contrincantes y eliminó a todos antes que a mí.
Me gustó leerte.
Qué cosa tan tierna y bonita.